Ya hace casi un mes
que tomó posesión de su cargo quien prometió ser un presidente “normal”. La
prensa escrita, al citar esta expresión, espontáneamente le puso las comillas, como para
enfatizar que se trataba de un oxímoron. Evidentemente, François Hollande
buscaba distanciarse de Nicolas Sarkozy, quien poco después de su elección, se
dio a conocer como el presidente “bling bling”, por hacer alarde de su riqueza
celebrando su victoria en un restaurante chic de los Campos Eliseos, tomándose
unos días de vacaciones en el yate de un amigo millonario, y mostrándose con
sus gafas de sol y su reloj de marcas lujosas.
En cambio, el nuevo
presidente, ha decidido demostrar que, a pesar de su función, puede seguir
viviendo con cierta sencillez. Por ejemplo, para cumplir con sus compromisos
oficiales a través de todo el país y hasta en Bruselas, viaja en tren en vez de
en jet privado cuando es posible, y cuando no, va en carro. De hecho, esta
semana, el carro en el que se trasladó a la ceremonia de conmemoración del día
D registró un exceso de velocidad y se comió tres luces rojas, y enseguida la
gente bromeó con que el presidente conduce demasiado rápido, igual que los
franceses “normales”.
Está claro que esta
voluntad de “normalidad” tiene sus límites. Hollande había expresado su deseo
de seguir viviendo en su apartamento de tres habitaciones en París, pero tuvo
que desistir de la idea porque éste no cumplía con los requisitos de seguridad.
Finalmente, tendrá que vivir en el Palacio del Elíseo, la sede de la
Presidencia, con su compañera, la periodista Valérie Trierweiler, quien ha
anunciado por su parte que a pesar de haberse convertido en la Primera Dama del
país, piensa continuar ejerciendo su profesión. Aunque a muchos esto les parece
incompatible, ella considera que si se aleja de temas políticos, nada debe
impedirle seguir trabajando.
Es evidente que el
presidente y su pareja no podrán vivir en todo como personas “normales”, pues
ser presidente de un país es de por sí algo extraordinario. Aún así, a pesar de
que algunos lo acusen de haber adoptado esta actitud para ganar la simpatía del
pueblo, me parece que Hollande da buen ejemplo con sus gestos, que demuestran
que busca no alejarse por completo de la manera de vivir de los ciudadanos que
representa.
Esperemos que sus compatriotas lo respalden, sobre todo brindándole la mayoría parlamentaria que necesita para gobernar sin demasiados acomodos con la oposición.
RépondreSupprimer